Si estás acá es porque probablemente te enfrentaste a las reacciones fisiológicas clásicas e incómodas del miedo a hablar en público: el sudor instantáneo, el temblor en las manos y la voz entrecortada imposible de ocultar, así como hablar demasiado rápido, olvidar tu discurso o, peor aún, quedarte mudo.
Sabemos que el miedo a hablar en público causa sentimientos negativos. Incluso te lleva a perder muchas oportunidades, tanto laborales como personales. Es por esto que tenemos buenas noticias para ti: ¡no estás solo!
El miedo a hablar en público es más común de lo que creés. Se le llama glosofobia y, según un estudio de la Universidad de California, más del 75% de la población mundial la padece.
Cuando padeces esta fobia puedes temer que olvidarás tu discurso, que el público te va a rechazar o que lo que vas a decir es irrelevante. También podes creer que aburrirás a la audiencia, que vas a hacer el ridículo o quedarte pasmado.
Algunas de las causas de la glosofobia son una predisposición genética a resentir el estrés o la ansiedad, así como algunas experiencias que pudieron disparar esos temores en el pasado.
Para millones de personas, el miedo a hablar en público es una realidad de todos los días y va mucho más allá de un nerviosismo leve.
Acá te diremos cómo comenzar tu preparación para hablar en público. Estos consejos te serán útiles, ya sea que tengas un miedo moderado o pronunciado a esta actividad. Adoptalos a tu ritmo y, sobre todo, sé paciente y amable contigo.
El primer paso para preparar un discurso es definir tu objetivo final: ¿Qué queres que haga la audiencia al salir de la sala? ¿Con qué información debería irse?
Una vez que hayas definido lo que querés que se lleve tu audiencia, desarrolla tus puntos clave para apoyar tu objetivo. Esto te conducirá a elaborar un discurso más centrado y práctico que proporcione un valor real a tu audiencia.
Por ejemplo, supongamos que un gran conferencista te invitó a hablar sobre cómo las pequeñas empresas pueden hacer crecer sus organizaciones de ventas. Comenza por concretar tu objetivo. Si queres que la audiencia te contrate como consultor, desarrolla tu tema de conversación en torno a cinco cosas que evitan que las pequeñas organizaciones crezcan.
El reconocido orador Simon Sinek dice: «Somos animales muy sociables. Incluso a la distancia, en el escenario, podemos decir si te gusta dar o te gusta tomar, y es más probable que las personas confíen en una persona que le guste dar, un orador que les da valor, que les enseña algo nuevo, que los inspira, en comparación con alguien que toma algo de la audiencia».
Una vez que hayas definido tu objetivo final, creá una presentación que ofrezca un valor real a tu audiencia, independientemente de si quiere tu producto o servicio.
Si presentas tu servicio de consultoría de manera inmediata y obstinada durante tu presentación, probablemente vas a perder la confianza de tu audiencia, y el resto de tu presentación perderá credibilidad.
Ofrecé consejos y estrategias que sean frescas, útiles y perspicaces para tu audiencia. Deja para el final tu presentación comercial y abordala de una forma sutil.
La American Speech-Language-Hearing Association recomienda usar palabras clave, en lugar de oraciones o párrafos en tus diapositivas.
Esto ayuda a tu audiencia a enfocarse en tu mensaje. Integrá viñetas, usando frases puntuales sin emplear más de ocho palabras por línea u ocho líneas por diapositiva.
Otra regla general es hacer que el tamaño de tu fuente duplique la edad promedio de tu audiencia. Esto significa que la fuente para la mayoría de tus presentaciones tendrá entre 60 y 80 puntos.
Cuando se trata de la clásica pregunta «¿Prezi o PowerPoint?», un estudio de Harvard señaló que hay una respuesta correcta. La investigación muestra que el «enfoque en el movimiento significativo» de Prezi lo convierte en un medio de presentación más efectivo que PowerPoint. Entonces, la próxima vez que quieras impresionar a tu audiencia, probá Prezi.
Aunque no lo creas, a menudo los oradores están poco preparados. Tal vez tu asistente creó tus diapositivas y las repasaste varias veces. O tal vez ensayaste tu presentación, pero nadie más te ayudó.
Asegurate de practicar tu presentación frente a varios grupos de personas: hacelo con gente de tu confianza, presentala a tus compañeros de trabajo, amigos o familiares que representen a tu audiencia. Solicitá comentarios honestos y críticos sobre lo bueno, lo malo y lo feo de tu presentación.
También es una buena técnica grabarte durante una de tus prácticas para que puedas revisar las áreas que necesitan trabajo.
Para preparar tu voz, tomá más agua: estar deshidratado afectará a todos los sistemas de lubricación de tu cuerpo. Mantené la ingesta de té, café, alcohol y refrescos al mínimo. Si tenes la garganta seca mientras entrenas, toma una pequeña cantidad de agua, mantenela en la boca por un segundo y luego ingerila.
Además, el descanso y el sueño suficientes son vitales para mantener tu voz sana. Si el cuerpo está cansado, no podrá soportar la voz de manera efectiva. No olvides descansar la voz si estuviste practicando mucho o tenes un resfriado.
Finalmente, calenta tus músculos. Todos los músculos conectados a la producción de voz, no solo las cuerdas vocales, necesitan calentarse antes de entrar en acción, al igual que los otros músculos del cuerpo. Un entrenamiento vocal breve debería ser suficiente:
Video de Nacho Téllez
No todo es trabajo. Comé un refrigerio lleno de proteínas antes de un discurso. Este aumenta tu energía, concentración y estado de ánimo. Pero ¿y si también hubiera una manera de disminuir el estrés?
Bueno, lo hay. El cortisol, también conocido como la «hormona del estrés», puede interferir con tu memoria y limitar tu capacidad para procesar información compleja.
Para disminuir tus niveles de cortisol hacé ejercicio de una a tres horas antes de hablar. Te vas a sentir menos estresado y tu audiencia lo notará.
Siempre es una buena idea reunirte con algunos de los miembros de tu audiencia antes de subir al escenario.
Esta es una excelente manera de calmar la inquietud previa a la presentación, sin mencionar que ayudará a tu networking y a que reclutes algunos oyentes de última hora. Ganas puntos extra si encontras una manera de incorporar estas conversaciones en tu discurso.
Para ilustrarlo, supongamos que hablaste con Laura de XYZ Sales en la cafetería esta mañana. Si Laura compartió que el reclutamiento de ventas es un gran obstáculo para escalar su equipo de ventas, incluí esta anécdota en tu presentación, junto con consejos sobre cómo abordarías la situación.
Muchos oradores comienzan a hablar inmediatamente después de ser presentados o al entrar en el escenario. En cambio, intentá acercarte al escenario en silencio. Esto te da tiempo para organizar tus pensamientos, respirar profundamente y acostumbrarte a estar frente a la audiencia.
También le brinda a tu audiencia la oportunidad de acostumbrarse a vos. Si está revisando el correo electrónico o respondiendo algunos mensajes de texto de última hora, le proporciona algunos momentos para que pueda concluir. Esta pausa también establece el tono para el resto de tu discurso, que debe ser uniforme, efectivo y decidido.
¿Cuántas veces escuchaste a un orador comenzar con: «Lo siento, no tuve mucho tiempo para prepararme» o «Mi vuelo se retrasó anoche, así que estoy un poco cansado»?
A tu audiencia no le importa. Anunciarle que no te has preparado o estás cansado por un vuelo largo no cambiará la forma en que recordaran tu presentación.
Los primeros 30 segundos de la presentación de un orador dicen casi todo lo que se necesita saber sobre lo que sigue. Eso significa que debes ganar la atención de tu audiencia cuanto antes.
Entonces, ¿cómo aprovechar al máximo esos primeros segundos? Primero, sé conversacional. Usa la inflexión en tu voz y un lenguaje corporal natural y amigable. En lugar de permanecer pegado a tu podio, camina de un lado a otro frente a tu audiencia.
Por nada del mundo memorices tu contenido. Debes comprender los conceptos que estás comunicando y conocer la estructura general de tu presentación. No recites tu discurso palabra por palabra, no se trata de un poema.
Si bien no recomendamos que hagas evidente el primer error que cometas frente a tu audiencia (pues quizá ni siquiera lo notó), es algo de lo que podes tomar nota.
No te castigues por ello ni olvides tu compostura. Simplemente reconoce tu primer error y velo como un permiso para relajarte y continuar con tu presentación.
¿Crees que a tu audiencia no le importan las historias personales?
Te lo ponemos de esta manera: probablemente les importa más la historia que acabas de contar que el gráfico circular en la pantalla que está detrás tuyo.
Es más probable que tu audiencia recuerde y comparta las historias que relatas que las estadísticas y cifras que aparecen en tus diapositivas. Hace que tu presentación sea personal y recordale a tu público que sos humano.
Echá un vistazo a algunas de las mejores charlas TED para aprender a contar historias. Las conversaciones TED se basan en una poderosa narración de historias, por ello son tan memorables. Las historias también le dan a tu audiencia más contexto en torno a tu tema: aumentan tu capacidad para relacionarte y encontrar valor en lo que tienes que decir. Básicamente, en caso de duda, ¡cuenta una historia
Fuente: https://blog.hubspot.es/sales/consejos-hablar-en-publico
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